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Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano. |
El inmunólogo colombiano Manuel Elkin Patarroyo, padre de la primera vacuna química contra la malaria, recibirá mañana en Navarra (norte de España) el premio Príncipe de Viana de la Solidaridad por su labor con los países más necesitados, fruto de esa investigación médica revolucionaria.
Patarroyo recibió ya en 1994 el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica por la creación de esa vacuna sintética contra la malaria, enfermedad que ha supuesto el caballo de batalla de toda una vida de investigaciones y que ahora es el objetivo de una segunda generación de ese medicamento.
Antes de participar en una rueda de prensa organizada por la Casa de América de Madrid y representantes del Gobierno de Navarra, región del norte de España que concede ese premio, Patarroyo ofreció una conferencia magistral, en la que subrayó la importancia de esta "segunda línea" de batalla en sus investigaciones, resultado de 33 años de trabajo.
La nueva vacuna, denominada Colfavac, podría estar siendo inoculada a seres humanos de forma subcutánea y en una sola dosis dentro de un año, tras un 90 por ciento de éxito en su aplicación sobre una especie de monos amazónicos con un sistema inmunitario muy similar al humano.
La investigación durará aún tres o cuatro años antes de que la nueva vacuna pueda ser distribuida internacionalmente, a un coste muy bajo.
Lo importante, subrayó Patarroyo, es que "ya hay una norma lógica racional para fabricar vacunas", que, además, podría ampliarse a otras enfermedades infecciosas como la tuberculosis.
Antes de participar en una rueda de prensa organizada por la Casa de América de Madrid y representantes del Gobierno de Navarra, región del norte de España que concede ese premio, Patarroyo ofreció una conferencia magistral, en la que subrayó la importancia de esta "segunda línea" de batalla en sus investigaciones, resultado de 33 años de trabajo.
La nueva vacuna, denominada Colfavac, podría estar siendo inoculada a seres humanos de forma subcutánea y en una sola dosis dentro de un año, tras un 90 por ciento de éxito en su aplicación sobre una especie de monos amazónicos con un sistema inmunitario muy similar al humano.
La investigación durará aún tres o cuatro años antes de que la nueva vacuna pueda ser distribuida internacionalmente, a un coste muy bajo.
Lo importante, subrayó Patarroyo, es que "ya hay una norma lógica racional para fabricar vacunas", que, además, podría ampliarse a otras enfermedades infecciosas como la tuberculosis.